Hay
profesores que además de ser profesores son maestros, maestros de vida. Es el
caso de Benito Narvaja, un marxista de manual que se regocija de dar clase en
las escuelas y facultades públicas. Que llega puntual y termina puntual. Que
toma mates con los alumnos. Que empieza las clases con un “las escucho”. Así de
pelado, así de bajito. Se sienta arriba del escritorio y no atras de él. Asegura
que podría dar clase con un único material didáctico, el diario de ese mismo
día. La materia es Antropología y sus métodos de enseñanza se salen totalmente
del manual, hace ya veinticuatro años. Se regocija de su sueldo y dice que
hasta a veces le da pena que le paguen tanto por lo que él hace. Medio en broma
y medio con el corazón lo dice. Acepta que sale de la clase riéndose y te
invita a reflexionar sobre el sentido que tiene que estés sentado escuchándolo.
Y hoy, para no ser la excepción, nos invitó a reflexionar sobre el futuro de la
humanidad siguiendo la corriente
evolucionista del programa de la materia, hablamos de Malthus y de Morgan. El
pobre Malthus decía Marx, aparte de no tener en cuenta que el humano puede
influir sobre la producción de alimentos no tuvo en cuenta en lo que el humano
se convertiría. Hoy día la principal enfermedad global es la obesidad y Malthus
decía que el alimento no alcanzaría para alimentar a toda la población. Pero
que no se confunda, que Occidente sea obeso y pueda darse un atracón por día no
significa que en el resto del mundo no haya hambre. La distribución no es igual
en todos lados, eso lo sabemos bien. Pero lo más fértil de todo esto, fue el
hecho de que nos haya dicho que muchas veces se planteaba el por qué de que los
humanos quieran seguir viviendo. ¡Pum! Patada doble. Cabeza y corazón. No pude
seguir el ritmo de la clase. Me quede bamboleando en esa pregunta. ¿Por qué
queremos seguir viviendo?. Una angustia me llenó el pecho y no hubo mate que lo
baje.
¿Por qué
queremos seguir viviendo?
Es verdad
que uno tiene que tener un objetivo, ¿cuál sería el destino del ser humano sin
un objetivo, sin una promesa? Yo sé cuál es el mío. Mí porque es el
conocimiento. Soy un adicto, lo reconozco y le pongo el pecho a las balas.
Cuanto más se, peor me siento. Pero es adictivo. El conocimiento genera eso,
adicción, por eso dicen que los libros solo llevan a otros libros. Pero y
siempre hay un pero, ese no es mi único porque, el complementario de mi porque
es la reproducción de ese conocimiento. ¿De que serviría el conocimiento si no
se entiende y se disemina? Esa es mi promesa. La reproducción del conocimiento,
por eso libero libros y hago apoyo escolar. Sueño con ser investigador y con la docencia. No busco
fortuna ni grandes placeres. Me basta con transmitir lo que yo sé e invitar a
los demás a que piensen y lo reproduzcan, a su forma y a su tiempo. Y dentro de
toda esta promesa que es mi utopía, el motor de mis sueños, hay cosas que me
permiten seguir caminando, no se si vivo por ellos , pero se que sin ellos no
podría vivir. Los amigos, los amores, las risas , las costumbres, los pequeños
placeres, la música, el silencio, el ruido, la certeza , la incertidumbre, la
ansiedad, el miedo. Todos estos son mis bastones, sobre ellos me apoyo para no
caerme de fauces a la apatía que el mundo te muestra en cada esquina. Esa
apatía tiene nombre y se llama indiferencia, mientras que el humano sienta como
ser social está asegurada su reproducción, el día que te dé lo mismo ver morir
de hambre a una persona al lado tuyo mientras que no perturbe tu andar , ese
día , de forma más que amistosa , te invito a que te hagas estas preguntas que
formulo. ¿Por qué y para qué seguís
viviendo? Son las preguntas las que no exigen estar vivos.
Gracias Benito, me olvide de decirte feliz
día.
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