jueves, 12 de septiembre de 2013

Maestros y que los hay los hay.

Hay profesores que además de ser profesores son maestros, maestros de vida. Es el caso de Benito Narvaja, un marxista de manual que se regocija de dar clase en las escuelas y facultades públicas. Que llega puntual y termina puntual. Que toma mates con los alumnos. Que empieza las clases con un “las escucho”. Así de pelado, así de bajito. Se sienta arriba del escritorio y no atras de él. Asegura que podría dar clase con un único material didáctico, el diario de ese mismo día. La materia es Antropología y sus métodos de enseñanza se salen totalmente del manual, hace ya veinticuatro años. Se regocija de su sueldo y dice que hasta a veces le da pena que le paguen tanto por lo que él hace. Medio en broma y medio con el corazón lo dice. Acepta que sale de la clase riéndose y te invita a reflexionar sobre el sentido que tiene que estés sentado escuchándolo. Y hoy, para no ser la excepción, nos invitó a reflexionar sobre el futuro de la humanidad  siguiendo la corriente evolucionista del programa de la materia, hablamos de Malthus y de Morgan. El pobre Malthus decía Marx, aparte de no tener en cuenta que el humano puede influir sobre la producción de alimentos no tuvo en cuenta en lo que el humano se convertiría. Hoy día la principal enfermedad global es la obesidad y Malthus decía que el alimento no alcanzaría para alimentar a toda la población. Pero que no se confunda, que Occidente sea obeso y pueda darse un atracón por día no significa que en el resto del mundo no haya hambre. La distribución no es igual en todos lados, eso lo sabemos bien. Pero lo más fértil de todo esto, fue el hecho de que nos haya dicho que muchas veces se planteaba el por qué de que los humanos quieran seguir viviendo. ¡Pum! Patada doble. Cabeza y corazón. No pude seguir el ritmo de la clase. Me quede bamboleando en esa pregunta. ¿Por qué queremos seguir viviendo?. Una angustia me llenó el pecho y no hubo mate que lo baje.
¿Por qué queremos seguir viviendo?
Es verdad que uno tiene que tener un objetivo, ¿cuál sería el destino del ser humano sin un objetivo, sin una promesa? Yo sé cuál es el mío. Mí porque es el conocimiento. Soy un adicto, lo reconozco y le pongo el pecho a las balas. Cuanto más se, peor me siento. Pero es adictivo. El conocimiento genera eso, adicción, por eso dicen que los libros solo llevan a otros libros. Pero y siempre hay un pero, ese no es mi único porque, el complementario de mi porque es la reproducción de ese conocimiento. ¿De que serviría el conocimiento si no se entiende y se disemina? Esa es mi promesa. La reproducción del conocimiento, por eso libero libros y hago apoyo escolar. Sueño con ser  investigador y con la docencia. No busco fortuna ni grandes placeres. Me basta con transmitir lo que yo sé e invitar a los demás a que piensen y lo reproduzcan, a su forma y a su tiempo. Y dentro de toda esta promesa que es mi utopía, el motor de mis sueños, hay cosas que me permiten seguir caminando, no se si vivo por ellos , pero se que sin ellos no podría vivir. Los amigos, los amores, las risas , las costumbres, los pequeños placeres, la música, el silencio, el ruido, la certeza , la incertidumbre, la ansiedad, el miedo. Todos estos son mis bastones, sobre ellos me apoyo para no caerme de fauces a la apatía que el mundo te muestra en cada esquina. Esa apatía tiene nombre y se llama indiferencia, mientras que el humano sienta como ser social está asegurada su reproducción, el día que te dé lo mismo ver morir de hambre a una persona al lado tuyo mientras que no perturbe tu andar , ese día , de forma más que amistosa , te invito a que te hagas estas preguntas que formulo. ¿Por qué y para qué seguís  viviendo? Son las preguntas las que no exigen estar vivos.

 Gracias Benito, me olvide de decirte feliz día.

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